La gracia del silencio.. (Uni and Misa)

Vagaba por los pasillos de ese enorme , obscuro y tenebroso castillo. El lugar me agradaba, muchas escaleras y puertas por donde subir y entrar respectivamente y sin darme cuenta ya de cuantas escaleras había subido llegué hasta la azotea. El lugar estaba completamente deshabitado y en completa paz. Eran más o menos las nueve de la noche y la única luz que iluminaba el lugar era la de la luna.

Sonreí mínimamente y luego caminé un poco por el lugar para luego admirar lo poco que se distinguia de la ciudad.

No supe en que momento había llegado al pie de las escaleras que, según el pequeño mapa que tenía en mi poder, llevaban a la azotea del castillo. Ese castillo parecía un laberinto tan lujoso como la mansión en la que vivía en Italia, pero con muchas mas escaleras y pasadizos que me mareaban.
Subí los peldaños uno a uno jugando como una pequeña niña en cada escalón, dando pequeños saltitos hasta girar el picaporte de la puerta y salir a la brillante azotea iluminada por la luz de la luna. Era tarde y las clases había terminado hace bastante, pero aun no me acostumbraba al cambio de horario, y en vez de dormir por las noches, el sueño me atacaba en plena clase.

Avancé un poco y noté a una chica que estaba allí también. Era rubia y llamaba bastante la atención, entonces recordé haberla conocido el primer día, en la entrada del instituto.

—Lo siento...no pensé que hubiera alguien aquí ya...—dije llamando su atención y disculpándome— Ciao~— me despedí dispuesta a abandonar la azotea, tal vez le molestaba que yo esté ahí, así que decidí volver en otro momento.

Noté que alguien más llegaba a la azotea y volteé a mirar , era Uni , la chica que había conocido el día en que llegé al colegio. Reí levemente al oir sus palabras.

-No.. no es necesario que te vallas -le dije en tono amable - Es más... quisiera que te quedes -le pedí con una sonrina socarrona en los labios

—Esto...¿seguro?— dudé al escuchar sus palabras. No era que me incomodaba, pero me molestaría haber interrumpido yo misma un momento que Misa, hubiera querido utilizar para estar a solas.— ¿No hay ningún problema en el que me quede?

-No ninguno -le dije sonriente mirándola de refilón - Me agrada tener compañía -le dije y luego me senté allí mismo en el suelo sin importarme la ropa que tenía.

Caminé hasta ella desechando la idea de irme y me paré a su lado.— ¿Te parece si me siento también?— pregunté sin mirarla directamente, sino mirando al horizonte oscuro de la profunda noche, ignorando el hecho de que vestía un blanco vestido de lino blanco de una sola pieza.

-No tengo problema -le dije observandola , yo estiré las piernas, llevaba puesta una falda pegada al cuerpo de color negro y una camiseta de color blanco. Suspiré y tras un silencio de minutos decidí hablar - ¿Italiana cierto? -dije la primera pregunta que se me vino a la cabeza.

—Sí— afirmé sentándome y cruzándome de piernas, llevando mi mirada al cielo— ¿Muy obvio?— pregunté riendo por lo bajo y en un susurro.— Tu eres japonesa, ¿no?

-Je, creo que mis ojos me delatan -dije bromeando mientras cerraba los ojos un leve instante - Pero dime ... ¿por que viniste tan lejos de tu país? -le pregunté , creo que estaba tomando mucha confianza

—Tal vez sí.— dije contestando a lo primero que dijo. Luego, me encogí de hombros y suspiré volviendo mi vista hacia ella, solo le diría una parte de la "historia"— Uhm...motivos de la familia...ese tipo de cosas, necesitaba alejarme un poco.

-Oh... comprendo -dije, comprendía que no me diría todo siendo que nos conociamos hace tan poco tiempo -Yo por mi parte me la he pasado viajando mucho, esto es como un lugar más nada más -le dije mirando al cielo

—Yo nunca había salido de Italia. Pero tampoco era la primera vez que subía a un avión, no...pero sí el viaje mas largo que he hecho—mencioné restándole importancia al asunto.— Y...¿siempre has viajado sola?— pregunté con curiosidad.

-Desde que tengo ocho años -le respondí ante su pregunta mientras algunas imágense me venían a la mente - Soy una nube solitaria! -dije con cierto deje de broma y medio gritando para su sorpresa.

Reí por lo que dijo sin disimular. Me recordaba a un par de personas que conocía allá, en Italia.— Yo siempre he solitaria, ni siquiera tuve tanto contacto con mi madre, pero aun así la quería, y ella me tenía cariño.

-Mi madre y padre murieron cuando tenía ocho -le dije sin pensar mucho en eso, pues yo no quería entristecerme- Quedé bajo el cuidado de un tío mio , supongo que , el me tiene mucho afecto y yo a él -terminé

—Oh, lo siento...—dije al instante luego de escucharla.— Tu tío debe quererte mucho entonces, si te ha cuidado desde entonces...—me detuve en mis palabras y suspiré.

-No se si lo hizo por que me quiere , o por que era su deber -le dije riendo como si todo fuera una broma de mi parte -Pero supongo que me encariñé con él -dije mirando el cielo otra vez -

— Cualquiera de las dos no es mala. Son distintas formas de ver el cariño, creo.— Dijo encogiéndome de hombros un poco.— Pudo haberlo hecho por obligación pero....pero...seguro sentía cariño por ti.— cierro los ojos y suspiro, vuelvo a abrirlos.— Lo siento, soy metiche— río avergonzada y me rasco la nuca levemente.

-No -dije ante eso último que ella espetó - Pero la curiosidad mató al gato -dije en broma riendo levemente - En realidad, a pesar de que el estaba cuidándo de mi, jamás pudo llenar ese vacio que dejaron mis padres al irse, pero es obvio que no podría -dije.

—Exacto. Siento algo parecido, aunque nunca tuve padre.— Solté un bufido e incliné mi cabeza hacia atrás, buscando ver el cielo mas claramente.

-Oh.. no lo sabía.. gome nasai... -pronuncié algo bajo - ¿no lo conociste nunca? -me atreví a preguntar con la mirada algo gacha mientras recordaba las tantas cosas que había hecho junto a mi padre.

—Nunca nunca.— Negué sonriente con la cabeza pero agachando la mirada.— Tampoco es algo que me preocupes. Las cosas se dieron así y ya.— Me encogí de hombros al terminar de hablar.

-Entonces quedaste a cargo de tú madre supongo... -le pregunté otra cosa, Qué acaso no sabes hablar de otra cosa me dije a mi misma como regañándome - Bueno, ya sueno molesta con esto ja- le dije apenada

—Sí.— Respondí sonriente. No me molestaba hablar del tema.— Pero ahora estoy a cargo de mi abuela.— Añadí con soltura y una franca sonrisa.